08/11/2012

Nada de extremos



Nada de extremos
Comer demasiado o comer muy poco puede desembocar en una enfermedad o incluso en la muerte. La pereza es un mal, pero también lo es el activismo.

“Demasiado” es la cantidad que corrompe cualquiera acción o actitud. Hablar demasiado, hacer demasiadodeporte es defecto. También lo es demasiadagenerosidad, limpieza, prudencia… Es mejor media hora de oración diaria, a lo largo de una semana, un mes, un año… que tres días de ferviente oración ininterrumpida y luego nada.

Conchita le dice a su hija Teresa de María: “Nada de extremos, que esto te pierde”. En otra ocasión le recomienda: “Siempre moderada”. Estas palabras son como un eco de lo que Dios nos dice en la Biblia: “Procede en todo con moderación, y no sufrirás desgracias” (Sir 31, 22). “Ni poco ni demasiado, todo es cuestión de medida”, cantaba Alberto Cortez.

Tal vez algunos piensen que la templanza y el equilibrio es cosa de viejos; nada de eso, es asunto de todos. Pablo le recomienda a Tito: “anima a los jóvenes a ser moderados” (Tit 2, 6). En especial, “quien preside la comunidad ha de ser moderado, justo, controlado” (Tit 1, 7-8); un líder desmesurado llevará a sus seguidores a la ruina.

Los extremos nos seducen. Para ser equilibrados, necesitamos sabiduría, fortaleza y paciencia. La moderación nos dará una sensación de armonía, nos permitirá disfrutar lo que hacemos, nos llevará a un crecimiento gradual y constante, nos ayudará a ser perseverantes.

No es posible fijar, de antemano, una medida que nos asegure la moderación. En cada acción, en cada circunstancia, habrá que discernir cuál es la medida adecuada, qué nos pide hacer Dios.

Si nos dejamos llevar por nuestra tendencia a los extremos, echaremos a perder nuestras relaciones, actividades, salud, mentalidad y felicidad. Por eso, “nada de extremos”.

Autor:Fernando Torre  

Nenhum comentário :

Postar um comentário